Juventud Carmelita Ecuatoriana, Jucae
Perspectiva, Espiritualidad y Relectura
Compilación y adaptación: Juan Arias Luna ocd
Ficha 2
2.1. Jesucristo
Dos dimensiones complementarias nos ofrecen nuestros padres Teresa de Jesús y Juan de
a) Cristología “descendente”: Jesús, revelador del Padre. Don total del Padre a
b) Cristología “ascendente”: Jesús, revelador del “hombre nuevo”. La más largamente expuesta por los dos doctores de
Juan de la Cruz nos ha dejado un capítulo antológico: 2S 7, clave de lectura de todo el proceso de purificación en el seguimiento de Jesús, escrito como réplica a “algunos espirituales”, de quienes es muy poco conocido Cristo, y expresa la fundamentación cristológica de su propia doctrina. Junto con el pletórico verso “entremos más adentro en la espesura” (Cánt 36): entrar con Cristo en la espesura de la pasión y muerte para entrar con él en la espesura de la vida y resurrección.
Una y otro insisten en la centralidad de Cristo-hombre: quien lo traiga presente, “yo le doy por aprovechado”. Él encabeza sus primeros “avisos” para iniciar bien el camino con el “traiga un ordinario apetito de imitar a Cristo...” (1S 13, 3). Y la culminación del proceso espiritual es participación plena en la filiación de Cristo, “unión hipostática” y la unión del creyente con Dios.
2.2. Palabra de Dios
La Biblia es la historia de la experiencia de Dios de un pueblo, abierta indefinidamente. Los fundadores del Carmelo Descalzo son espléndidos testigos de esta historia a nivel personal. Estos puntos pueden sintetizar su aportación a la Palabra de Dios vivenciada por el creyente:
a) Centralidad de la Palabra de Dios en el camino de cristificación. Afirmación ampliamente recogida por Teresa. Nadie puede ser excluido de la lectura de
b) Comprensión sapiencial de
c) Necesidad del contraste de la experiencia personal con la narrada en
d) “Necesidad” de “decir” su experiencia con la palabra bíblica. Ejemplo supremo el Cántico espiritual sanjuanista, “vaciado” pero desbordándolo y ampliándolo con el Cantar de los Cantares, y tantos pasajes de su prosa. Sobrepasa las 1800 citas bíblicas. Aun en Teresa logra en Moradas una redacción empedrada de testigos y palabras bíblicas.
e) Necesidad de interpretar la lectura bíblica y autentificar la propia experiencia eclesialmente. Es, como hemos dicho, lo que busca Teresa en el diálogo con los “letrados”, o las constantes referencias sanjuanistas a lo que habla “el Espíritu Santo” en la Biblia, pero siempre sujetándose “al mejor juicio y totalmente al de la santa madre Iglesia”.
2.3. Oración
Experiencia abundante y abundantemente calificada de la centralidad de la oración en la vida carmelitana. Con la patente de origen: “Trato de amistad” (V 8,5), expresión de vida teologal. En la oración cuentan esencialmente las personas en relación, no las sensaciones psicológicas, los estados de ánimo, ni siquiera los fenómenos místicos auténticos. “Lo vivo de la oración”, el recogimiento en el Otro. De aquí la exhortación constante, encarecida: “mire que le mira”, “no os pido más que le miréis”, atención “a la viva imagen”, Cristo, y en vivo templo del interior.
Escuela de verdades, la de Dios y la del orante “y cómo haré que mi condición conforme con la suya”, con una fuerte dimensión teologal: “ya no somos nuestros sino suyos”, firme voluntad de “contentarle a él”. Lenguaje de amor, condición de Dios, único lenguaje que Dios entiende. Encuentro interpersonal dinámico y transformante.
Cuando Teresa inicia la pedagogía de la oración se refiere explícitamente a la exhortación de
Este principio debe tenerse en cuenta en la pedagogía del acto de oración, exigencia intrínseca de la oración-amistad, vida teologal. Principio también de discernimiento, así como para el contenido de la oración, lugar, tiempo, etc:”mirar en lo que aprovecha más”. Y Juan de
2.4. Trabajo
Ni en Teresa ni en Juan de la Cruz entra el trabajo en sus escritos doctrinales y, menos, como un elemento que caracterice el carisma. Sin embargo, ella vuelve sobre el tema con relativa frecuencia en sus cartas y en los escritos que regulan más directamente la vida ordinaria de las carmelitas. Y ha alargando el círculo destinatario de sus consejos a los descalzos. Justamente, refiriéndose a éstos, dice que es “importantísimo para los descalzos”, “que se ponga mucho (=que se insista) en el trabajo de manos, que importa muchísimo, y alude a lo que está en
Remite a San Pablo para evitar “pedir” y “ayudarse con la labor de sus manos” que “cada una procure trabajar para que coman las demás. Téngase en cuenta con lo que manda
En la presentación de las beatas de Villanueva de
2.5. Silencio-soledad
Dos términos muy próximos en significado. Con una clara tendencia a expresar vivencias del espíritu más que situaciones externas que, por supuesto, también recomiendan. En Juan de la Cruz, tanto el silencio como la soledad forman parte de un código lingüístico sumamente rico y esencial de su discurso espiritual. Lo señala ya el hecho de su emparejamiento con términos de densa significación: “recogimiento, silencio espiritual, desnudez y pobreza de espíritu”; “soledad y desnudez”; soledad y enajenamiento de todas las cosas”; “recogimiento y soledad”; “soledad y libertad y tranquilidad de espíritu”.
Muy frecuentemente encontramos estos términos en contexto de contemplación. La acción de Dios en la contemplación causa silencio del “discurso natural”, soledad y silencio contemplativo; “soledad y quietud de las potencias”. La contemplación introduce en “soledad sonora”. Soledad: presencia a Dios y soledad de todas las cosas.
Una atención especial merece la estrofa 35 de Cántico: En sentido negativo: Soledad como opción personal en que se quiso vivir. La define: “querer carecer por su Esposo de las cosas y bienes del mundo”. En sentido positivo: “quietud [en] en único y solitario amor del Esposo”. Soledad perfecta = perfecta unión, “sola y libre de otras afecciones”. En esta soledad sólo el Esposo “obra” y “la guía a Sí mismo”, “sin otro algún medio”. La soledad, “espacio” en el que realiza la unión con Dios.
Los dos doctores carmelitas hablan de la soledad penosa como una prueba muy fuerte de preparación para el matrimonio espiritual: “extremo de soledad”, “desierto y soledad”; experiencia de estar “crucificada entre el cielo y la tierra”; en la que nadie puede hacerle compañía, “como no fuese el que ama”. “Puesta alejadísima y remotísima de toda criatura”, “en una profundísima y anchísima soledad”, en un “inmenso desierto”.
Pero también ofrecen nuestros santos llamadas al silencio físico. Teresa se refiere al silencio “mayor” del que habla
2.6. Fraternidad
Principalmente Teresa ha destacado la fraternidad como rasgo caracterizante del carisma carmelitano, estrechamente también a la oración, con una misma pedagogía: la renovación del yo comunitario y orante: oración constructora de la comunidad; comunidad, escuela de oración. Fraternidad, iglesia doméstica, “espejo” de la comunidad eclesial. En resumen, personas adultas en relación con Dios y entre sí.
La conexión íntima entre oración-contemplación y fraternidad al servicio de la iglesia misionera, la captó lúcidamente Teresa desde el momento en que llegó a sus oídos la escisión protestante, como en enfrentamiento entre “letrados” y “espirituales”. De este signo de los tiempos arranca su propuesta de diálogo de éstos para que los primeros vitalicen su teología y los segundos teologicen su espiritualidad.
Y que el diálogo con Dios, la oración-contemplación -“los ojos en vuestro Esposo”—se convierta en el principio y en el horizonte de toda la labor misionera de
Y comunidades con un fuerte humanismo: “todas iguales han de ser iguales”, número restringido para fomentar las relaciones y el “estilo” de familia: “mientras más santas, más conversables con sus hermanas”, fuertes en la virtud y no “en el rigor”; alegres: “amiga soy de que se alegren”. Comunidades teresianas que irradian: “espejos de España” e imagen viva de
Aunque el discurso sanjuanista es sobrio en este campo, su vida nos aparece luminosa y radicalmente comunitaria, generosamente consagrada a sus hermanas hasta en las más menudas circunstancias ordinarias. Pero nos ha dejado apuntes de sus querencias comunitarias. Desde el principio rector de la unidad de desarrollo del amor a Dios y a los hermanos, pasando por su aplicación en el corazón de la noche purificadora. Cautelas es un texto antológico para cimentar teologalmente la vida de la fraternidad. Pero su testimonio, en la hora de la verdad, vale por las páginas que no escribió: “Y adonde no hay amor, ponga amor y encontrará amor”. Colofón de su vida y de su doctrina, plenitud de sus “olvidos”: “Ame mucho a los que la contradicen y no le aman”.
2.7. Vida teologal (fe, esperanza, amor)
La sobria y densa referencia de
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