Los de Cuenca habían salido a las 11 de la noche del sábado, los de Guayaquil un poco más tarde y los de El Empalme más a la madrugada… y en ese orden fueron llegando.
Primero los de Cuenca, a las 6 de la mañana, con ojos trasnochados y cargando maletas y mochilas de ubicaron en las habitaciones preparadas… el frío era intenso y el Cotopaxi totalmente despejado, daba la bienvenida. Humberto, hermano del Foyer, ágilmente prendía la chimenea para abrigar a los recién llegados.
Una hora más tarde, más o menos, llegaron los de Guayaquil, comentando que la distancia de la carretera, donde les dejó el bus, era más larga de la pensada… ciertamente con mochilas, maletas y aparatos del montaje para el festival, el más de un kilómetro de caminata si era considerable, pero no menguó el espíritu carmelitano.
Los últimos en llegar fueron los de El Empalme, quienes por seguridad prefirieron llegar a Quito y luego tomar un bus a Latacunga. Llegaron como a las 9 de mañana y en medio del desayuno del resto. Rápidamente se integraron y comenzaron los saludos y recuerdos del tiempo de no verse.
Así trascurrió la primera parte de la mañana. Inscripciones, datos, firmas, acomodo en las habitaciones y una bulla constante en toda la casa. En total 88 participantes: 38 de Cuenca, 16 de El Empalme, 19 de Guayaquil y 15 de Quito.
Ya todo más o menos en orden, Digno (El Empalme - Guayaquil) y compañía de músicos comenzó a interpretar canciones que convocaron de a poco a todos los jóvenes al salón de reuniones… ya reunidos todos, comenzamos por aprender la canción central del encuentro dedicada a Santa Teresita del Niño Jesús…
Luego fue la bienvenida y el sentido del Encuentro-Festival. Las expectativas eran grandes y la motivación de igual manera. Refrigerio y luego la primera dinámica a cargo de los de Cuenca. Piratas, balas y a formar grupos de 4, 8 o 15 o de las distintas presencias…
Después de los saltos, carreras y penitencias, los de Guayaquil compartieron sus expectativas sobre la conformación del grupo de "militancia" en la Parroquia de la Victoria. La militancia es la última etapa del proyecto Jucae, en el que participan los jóvenes que ya han pasado por las otras etapas, pero sobre todo, que por su tiempo, formación académica o profesional, tienen oportunidad de realizar actividades y reflexiones con mayor compromiso y dedicación.
Así llegamos al almuerzo.
Ya en la tarde, con la barriga llena y el corazón contento, además de un tiempito para caminar y descansar (sobre todo los de Cuenca, Guayaquil y El Empalme, que habían viajado toda la noche). El punto de encuentro es el salón y la propuesta es trabajar según la metodología ver – juzgar –actual – celebrar.
Para el primer momento (ver) el tema a trabajar es la juventud en la actualidad… una mirada al mundo, pero desde la perspectiva de los mismos jóvenes, como protagonistas.
Con una rápida puesta en contexto sobre el tema, los jóvenes se distribuyeron en 10 grupos y conversaron desde sus distintas visiones. Cada grupo estaba compuesto por representantes de cada ciudad y parroquia, con la finalidad de que la discusión sea diversa. Los temas trataban sobre: valores, familia, vida, Dios, Iglesia, drogas, educación, nuevas tecnologías, sexualidad, amor.
Al final de la tarde y luego de también haber participado activamente de la misa dominical y con gente de la comunidad de Aléquez (lugar en donde está la casa del Foyer) los jóvenes están listos para la plenaria. Cada grupo había discutido el tema y plasmado sus criterios en papelógrafos que uno a uno fueron expuestos.
Los temas presentados levantaron preguntas y comentarios de todos los participantes. Diferentes puntos de vista se expusieron y en un ambiente fraterno se buscó dar más profundidad y elementos de discusión, por un lado, y por el otro, dejar sembrado el tema para que a su vez cada grupo a su retorno a su parroquia, se plantee continuar o ampliar la reflexión… Pues hay que recordar que el día a día de los grupos no solo es trabajo, encuentro, sino también reflexión y compromiso.
Así se terminó la jornada… todos cansados, pero sonrientes y con la fuerza para cantar y saltar al coro de "en el corazón de mi madre la Iglesia yo seré el amor". Pasaban las 10 u 11 de la noche y todos se repartieron en sus habitaciones.
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