martes, julio 25, 2006

Crónica de la Consagración Episcopal de Mons. Aníbal

Hola queridos amigos JUCAE, no tengo palabras para agradecer de todo corazón a cada uno de ustedes, que hicieron de la Novena de Nuestra Señora del Carmen, de la Consagración Episcopal de Mons. Aníbal y el Super Hiper Mega Bingo: Me he estado dedicando a algunas cosas que quería mejorar... Y a lo tonto a lo tonto se me ha pasado el tiempo sin pasarme por aquí, entre ustedes mis amigos, para agradecerles TODO. Sin ustedes no lo hubiésemos podido hacer.

He entrado alguna vez, y sólo mirar la cantidad de e-mails que tengo sin responder, me ha entrado miedo y lo he dejado, pero prometo empezar a contestarlos. Les comparto la CRONICA APRESURADA que realizó nuestro Padrecito Provincial, al que agradezco tantas cosas, incluso esta, ya que solo tuve tiempo de escribir algo, una vez que hubo terminado todo, pero de todas formas MUCHAS GRACIAS: ahí les va:


Todo lo preparado ya estaba listo: ensayos, comisiones de liturgia, de protocolo y de acogida...

Nos vamos reuniendo los sacerdotes en El Sagrario de la Catedral. El resto de la familia (carmelitana y la otra) entra por la puerta destinada a los invitados de Mons. Aníbal. Todos o casi todos tiene su puesto. Los carmelitas se saludan y se hacen la foto bajo la (inevitable) imagen de Teresita. Solo falta Aníbal que enseguida viene vestido ya de sotana blanca, fajín morado, solideo y hasta bonete a juego. Saluda a todos con un primer abrazo que se multiplicará por ciento en el día. También le disparan las primeras fotos que se multiplicarán por mil. Nos revestimos y se organiza la procesión a la Catedral. Las aclamaciones arrecian al paso de Aníbal; los parroquianos de San Judas de Miraflores se hacen sentir: pancartas, aplausos, peticiones de bendición.

PRESIDEN LA ORDENACIÓN EPISCOPAL Monseñor Antonio Arregui Yarza, Arzobispo de Guayaquil. Mons. Giacomo Guido Ottonello, Nuncio Apostólico en el Ecuador. Mons. Raúl Vela, Arzobispo de Quito, Primado del Ecuador quien me ha dicho que no me preocupe que el P. Aníbal entra en un Colegio muy bueno y unido, Dios le oiga. Como PRESBÍTEROS ASISTENTES A LOS OBISPOS ORDENANDOS actúan para Mons. Aníbal Nieto, OCD el P. Gabriel Castro, OCD, Provincial de la Orden Carmelita y el P. Jesús Arroyo, OCD, Delegado de la Orden en Ecuador y de parte de Mons. Marcos Pérez Caicedo: Mons. Roberto Pazmiño Guzmán y Mons. Carlos Cuadrado Gavilánez. Como ministros, la COMISIÓN DE LITURGIA DEL SEMINARIO MAYOR: "FRANCISCO XAVIER DE GARAYCOA". Todo muy bien ordenado. Actúan los COROS: "Canticum Deo" y "Ars Nova" de la Unidad Educativa Cardenal Bernardino Echeverría. Trasmite la ceremonia por Radio Católica el P. Pablo Mogrovejo, ocd, actualmente con permiso de ausencia.

Veinticuatro Obispos, contando los ordenados hoy asisten al altar e imponen las manos a los consagrados.

El anillo lo acerca hasta el altar D. Abel Nieto, padre de Aníbal que asiste emocionado y se lo entrega el Sr. Nuncio apostólico; la mitra, que la ha acercado Eva, una hermana de Aníbal, se la impone Mons. Raúl Vela, Primado de Ecuador; y el báculo, que acercan hasta el altar las dos tías de Aníbal, Religiosas del Amor de Dios misioneras en Cuba y en Cochabamba, se lo entrega a Aníbal, Mons. Luis Alberto Luna, ocd.

A continuación toman posesión de la sede bajo una salva de aplausos seguidos de rituales abrazos de paz episcopal.

En las ofrendas vuelve a notarse la presencia de los de Miraflores, expresivos y entregados a su Pastor.

Presentan su don como expresión de gratitud por la labor pastoral de Mons. Aníbal: una pancarta con texto laudatorio y un mandil delantal de servicio, distintivo de las voluntarias de la parroquia y del dispensario.

En la comunión se canta el himno del congreso eucarístico de Guayaquil y antes de la bendición final escuchamos las primeras palabras de los neo-ordenados. "Proclama mi alma la grandeza del Señor", son las primeras de Aníbal que se extiende después en agradecer a sus padres y a la Orden que le han dado la vida y la vocación. Bajan después a bendecir a los fieles, al clero y a las religiosas que ocupaban las naves del crucero y que han seguido la ceremonia con la ayuda de pantallas. Se desborda de nuevo la parroquia de Aníbal solicitando bendiciones. Aún no le salen bien persignadas. Más parecen tímido saludo mientras baja la cabeza y mira por encima de las gafas. Una interminable fila de felicitaciones aguarda a los nuevos obispos al pie de las gradas; los demás salimos.

Nos juntamos los miembros de la familia carmelitana: los obispos que prefieren nuestra compañía al cómodo boato que les tienen reservado, los frailes de todas las casas de Ecuador, Sucumbíos incluida, las hermanas Carmelitas Misioneras, Carmelitas Misioneras Teresitas, Carmelitas del Sagrado Corazón y Adoratrices de la Victoria, los laicos y los demás; toditos juntos en una buseta chica y destartalada, guiados por los alegres muchachos del P. Edgar que se encargan de todo, entre vivas a la Virgen del Carmen y navegando por el ruidoso y caliente tráfago de Guayaquil llegamos a la punta del malecón donde está primorosamente preparado el banquete de celebración. Al aire libre y con vistas al río-mar Guayas y al cerro de Santa Ana se cumplen todos los ritos del protocolo: saludos, presentaciones, brindis... conversaciones y negocios inter pócula; más y más fotos y vamos dando cuenta de lo que nos sirven. Las carpas no han librado por igual a todos del calor de Guayaquil, pero pasamos un buen rato celebrando adecuadamente pues "el Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres" como recordó Mons. Pazmiño.

Después de muchas más fotos, los jóvenes de La Victoria, nuestros guías y protectores, nos conducen por lo que llaman un "city-tour" con explicaciones histórico artísticas poco atendidas; a veces pensamos que vamos perdidos, pero acabamos en Los Ceibos, donde las Carmelitas Descalzas se llevan una sorpresa y nos invitan a un refresquito que se agradece. No podían faltar las Madres en la fiesta. Les damos parte como podemos de lo vivido. De regreso otro poco de turismo en bus y a descansar para regresar cada quien a su casa o para salir a tomar las brisas veraniegas del Malecón, pues la ciudad celebra la fiesta de Santiago, su patrón y se une con cohetería a nuestra alegría. Es muy agradable la noche de Guayaquil en este tiempo. Lo dicho: el Señor ha estado grande con nosotros...

Mañana, primera misa episcopal de Mons. en Miraflores. Más emociones y más intensas...

Saludos
P. Edgar ocd.

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